Acá les dejamos la traducción de esta nueva entrevista publicada por el Daily Mail, la cual incluye dos fotos nuevas y que fue realizada hace unos meses mientras Rob estaba en Las Vegas. Es bastante larga pero dice muchas cosas interesantes, como cuales son sus planes futuros, como The X-Factor cambió su vida y, por primera vez, habla sobre Coco y su nacimiento.
A los 45, Williams se está preparando para la jugada más grande de su carrera. Él ya no se conforma con ser “Robbie Williams, la estrella pop y el Tesoro Nacional del Reino Unido”. Ya no está feliz escondiéndose detrás de la imagen sensacionalista de Robbie, la excéntrica celebridad que persigue OVNIS, que hace enojar a su vecino Jimmy Page y que contrata psicólogos para tratar a su tortuga con depresión.
“Quiero más”, dice “No quiero ser infame por no ser famoso en Estados Unidos. Quiero ser famoso en Estados Unidos y también quiero construir mi propio imperio de programas de televisión en todo el mundo. Algo así como el de Simon Cowell, pero con un poco más de estilo. ¿Y sabes qué? Voy a hacerlo.
Muchas personas me ven como el “Robbie que está loco” o el “Robbie adicto”, pero eso está muy alejado de la realidad. Se lo que quiero y trabajo muy duro. Llevo 18 años estando sobrio y 17 años y medio sin tomar drogas. Incluso en Enero dejé de fumar porque mi esposa me lo pidió. El único vicio que me queda es la azúcar y lo estoy controlando.”
El ex-miembro de Take That ahora está envejeciendo con gracia y está centrado en hacer grandes negocios. Él se inclina hacia adelante, tocando mi cuaderno, porque Williams siempre ha entendido que el “showbiz” es un juego y que incluso a veces la prensa negativa puede ser útil.
“Tal vez no debería estar diciendo esto. Tal vez esté arruinando mi imagen. Tal vez es mejor que la gente crea que todavía soy ese Robbie. Eso siempre es una historia mejor, es lo que todos quieren escuchar. La gente no quiere la verdad porque la verdad es aburrida. ¿Qué opinas?”
Él me mira, luego mira a su manager, Michael, que está trabajando en su laptop a unos metros de nosotros, y sonríe. “¿La gente tiene ganas de escuchar que realmente estoy muy bien?”
Se sienta y me dice que traje buena energía a la habitación. Le cuento que acababa de bajarme del avión después de un vuelo de 11 horas y que tengo mucho “jet-lag”. “Pero buena energía sigue siendo buena energía”, él me responde.
Ahora mismo, Williams está muy enfocado en la energía, pero en la positiva. Ha empezado boxeo para deshacerse de los nervios y para ponerse en forma. “Se ve guapo, ¿No?”, dice su esposa, la escultural Ayda Field, quien camina descalza alrededor del living para saludar y charlar un rato antes de volver a la sala de juegos donde están jugando sus tres hijos: Teddy, Charlie y Coco.
La idea de Robbie Williams como un hombre de negocios ambicioso es rara si se compara con el hombre cuyo nombre es sinónimo de escándalos. A los 16, cuando nos conocimos por primera vez en una camioneta afuera de una escuela donde Take That, hasta entonces desconocidos, iba a presentarse para formar un club de fans lleno de adolescentes, Williams era el chico lindo y gracioso que bailaba como un demonio, se bajaba los pantalones en cualquier momento y el que provocaba los gritos más fuertes.
A los 20 formaba parte de la boy band más famosa del mundo y, siguiendo el estilo rock n’ roll, no tardó mucho en inhalar cocaína, desmayarse en fiestas y en pasar de una novia a la otra, incluyendo a Nicole Appleton de All Saints y a la actriz Anna Friel.
Para cuando tenía 21 años, ya había dejado la banda y se paseaba por Glastonbury con Oasis y Kate Moss, abriéndose paso entre el público antes de lanzar su carrera como solista en 1996, la cual nadie (ni siquiera él mismo) pensaba que iba a lograr algo. A pesar de todo, su álbum debut incluía a la exitosa “Angels”, que le daría una pensión de £2 millones al año durante las décadas siguientes.
Hasta hace poco, Robbie nunca manejó bien la fama, el dinero y el éxito. No se sentía digno del éxito y luchaba internamente entre un gran ego y una inseguridad crónica. En sus primeros años, la cocaína y el alcohol lo ayudaban a “adormecer” sus problemas y todas sus relaciones problemáticas, desde su notoria disputa con Gary Barlow hasta su amarga ruptura con Appleton.
Su mamá, Janet, quien también está con él en Las Vegas, lo obligaba constantemente a ir a rehabilitación. “La primera vez fue cuando tenía 21 años y estaba aterrado. Pero ella insistía e insistía. Gracias a Dios que lo hizo. Eventualmente terminó funcionando.”
Entre sus 20s y 30s vimos a un Robbie torturado y honesto Williams pasando de criticarse a sí mismo por demás a presentarse en estadios llenos de fans, alrededor de Europa, Asia y Australia. “Soy frágil, demasiado sensible, enfermo mentalmente y un adicto. Y luego subo al escenario… Pero estoy asustado todo el tiempo.”
Una vez en una habitación de hotel en Londres, alrededor de 10 años atrás, encontró una nueva forma de presentarse: “Soy Robbie Williams y soy un muy exitoso lío.” Pero ahora tiene una nueva: “Las cosas son diferentes porque yo lo soy. Cambió la forma en la que me veo a mi mismo.”
Williams siempre ha sido un acompañante encantador, a pesar de todas las drogas y el odio hacia si mismo. A los 16 te mostraba páginas y páginas de diferentes autógrafos que estaba probando y siempre ha sido honesto sobre su vida, fuera buena, mala o fea. “Ya sabes, me pone un poco triste que me haya tomado tanto tiempo entenderme a mi mismo. Finalmente estoy viendo todo en perspectiva. Soy un papá con una esposa. Me siento sólido y feliz,” hace una pausa. “Antes, después de los shows todo solía ser cocaína y strippers, pero ahora es todo más tranquilo. Oh no… Voy a sonar muy aburrido.”
Es difícil que eso suceda. Williams siempre tiene una historia loca para mantenernos entretenidos, como su batalla desde hace cinco años con Jimmy Page, su vecino, que se quejó por los planes que el cantante tenía para extender su sótano. De acuerdo a lo que publica la prensa, Williams ama torturar a Page vistiéndose como él y marchando alrededor del jardín, poniendo música alta de Deep Purple y Pink Floyd (Los rivales de Led Zeppelin) y, más recientemente, rechazando una invitación a tomar té para resolver sus problemas.
“Amo todas esas historias”, dice. “Cuando las leo pienso: ‘Debería estar haciendo eso’. Pero, lamentablemente, ninguna es cierta. Si te pones a buscar un poco más, descubrirás que todos son comentarios anónimos dejados en las páginas web de la ciudad de Kensington y Chelsea. Pero nunca me quejo porque una parte de mi ama la idea de que la gente piense que eso es verdad.”
Williams está de buen humor, provocado por las buenas reseñas de su show en Las Vegas, el cual se ha convertido en uno de los shows más demandados de la ciudad, con fans llegando todos los días. Fiel a su estilo, el show tiene mucho brillo, glamour, algunos de sus mejores movimientos desde sus épocas en Take That, cambios de vestuarios, bailarinas en vasos de martini gigantes y canciones de Frank Sinatra y Dean Martin mezcladas con los propios hits de Williams.
También tiene al cantante contando chistes, bromeando con el público y subiendo a mujeres al escenario para cantar con él. Y, porque este es un cantante que siempre ha demostrado sus emociones, el show es una montaña rusa de emociones, con duetos junto a su papá, Pete Conway, quien le da a su hijo un hombro para llorar mientras dejan el escenario rodeados de los aplausos y gritos de su público. Como una tarjeta de presentación para Estados Unidos, está bañada en oro.
Williams empieza a explicar cómo su vida se ha transformado en los últimos años. Ha superado su pánico escénico y ya no se despierta a mitad de la noche temiendo que alguien va a decirle que es inútil y que tiene que empacar sus cosas, dejar sus mansiones en Los Ángeles y Londres para volver a su pequeña casa en Stoke-Trent.
Miro a Ayda y le pregunto a Robbie si ella es el motivo de su cambio. Fiel a su estilo, niega con la cabeza. “Eso es muy fácil”, responde. “La idea de que el amor de una buena mujer pueda cambiarte. Bueno, no, todo esto salió de mi. En parte se debe a que soy padre y otra parte porque el año pasado hice The X-Factor con Simon Cowell y eso fue como un llamado de atención.”
Irónicamente, hace poco anunció que ya no formará parte del jurado de The X-Factor pero la experiencia le dio la determinación para construir su propio imperio.
“Me cambió”, dice. “Pasé años rechazando un montón de ofertas de programas de televisión. Solía amar hacer eso. No necesitaba el dinero y soy caro porque pediría un montón. The X-Factor no podía pagar por mi. Cobré más que Gary Barlow [Juez de The X-Factor desde el 2011 hasta el 2013]. Por supuesto que lo hice. Pero luego me ofrecieron que Ayda lo hiciera conmigo y no pude rechazarlo.”
Sir Alan Sugar recientemente le preguntó a Ayda si ella era quien cuidaba de Robbie. “Lo es”, responde haciendo una mueca. “Y una cuidadora muy glamorosa”.
Pasa de ser el Robbie bromista a la realidad. “No, lo hice con ella porque podríamos estar juntos con los chicos y eso lo hizo divertido. Me encantó hacerlo. Fue una revelación. Me hizo dar cuenta de algo sobre mi mismo, que me encasille en que yo solo era el hombre cuyo trabajo era manejar un estadio, que se preocupaba sobre subirse a un escenario, rezando para que todo saliera bien pero aterrado de que no fuera así, para luego subirme al escenario a cantar y después al auto para volver a repetirlo todo una y otra vez.
Hacer The X-Factor rompió con ese patrón. Y lo disfruté. Hacer televisión lleva mucho tiempo. Tu eres parte de ese proceso, te involucras con la gente, ellos cantan, tu hablas, haces bromas, te relacionas con los participantes, con tus colegas y con el público. La revelación para mi fue que es simplemente un proceso en el cual puedes trabajar, mejorar y hacerlo mejor. Solía subirme al escenario en pánico, pensando ‘¿Va a salir bien esta noche?’, pensando que era una especie de magia. The X-Factor me hizo verme a mí mismo y darme cuenta que era bueno haciéndolo. Me dio confianza en mí mismo y me hizo pensar que puedo hacer más. Voy a ser famoso en Estados Unidos. Voy a hacer mis propios programas de televisión. Perdí todo el miedo que tenía.”
Su show en el Hyde Park está agotado y las entradas para sus shows en Las Vegas se están vendiendo muy rápido. Pero también hay otros planes en marcha. Robbie está trabajando en un programa de televisión para competir con The X-Factor, basándose en lo que ahora sabe son sus fortalezas como un artista en general.
“De chico solía ir a lo de mi abuela, ella me hacía un sandwich y mirábamos televisión. Morecambe and Wise, Ted Rogers y Cannon and Ball. Ese era mi lugar feliz pero eso también es quien soy realmente. Soy un artista, ese es mi trabajo y soy bueno en ello. ¿Por qué pasé tantos años preocupándome por eso? Puedo dejar de estar asustado y puedo hacer lo que quiera y hacerlo bien. Este show en Las Vegas es algo que he querido hacer por 12 años y ahora lo hice realidad. No estoy nervioso ni asustado. Trabajé en cada parte de él porque soy perfeccionista, así que sé que es bueno.”
Ayda ha vuelto a entrar en la habitación. Lo escucha hablar y sonríe. Él la mira “Ayda no me salvó”, dice. “Estaba bien cuando la conocí. Estaba sobrio y ya no consumía drogas. Pero ella sí me cambió para mejor. Ella rompió mi mandamiento principal ‘Nunca te casarás’. La conocí y quise casarme con ella. Ella quería tener hijos pero yo no quería porque no sentía que iba a ser lo suficientemente bueno como padre. Yo era más o menos como un chico y pensaba que si teníamos hijos todas estas personas iban a empezar a invadir mi espacio: Familia, hijos, invasores.
Mi segundo mandamiento era, entonces, ‘Nunca tendrás hijos’. Y luego lo hicimos. Tuvimos a Teddy [Su hija, Theodora, 6] y me enamoré. Luego vino Charlie [Charlton, 4] y se que es un cliché pero me acuerdo de la letra de mi canción Feel, cuando canto: ‘I just wanna feel real love, feel the home that I live in’ y sabía que realmente estaba sintiendo eso. Por primera vez en mi vida. Así que dije: ‘Esto es perfecto. Ahora podemos parar.’ Ayda quería más pero yo insistía: ‘No, esto es perfecto.'”
El año pasado, durante The X-Factor, anunciaron que habían tenido una hija, Colette Josephine, Coco, por vía de un vientre subrogado. Ahora ella está durmiendo en la habitación de al lado. “Yo seguía diciendo que no porque pensaba que no quería seguir presionando las cosas”, dice Robbie. “Y luego, un día estábamos con Ayda en el auto. Nos habíamos detenido en un semáforo y una mujer cruzó la calle con un cochecito, y vi como la cara de Ayda se transformaba. Eso lo cambió todo. Pensé: ‘¿Qué estoy haciendo? Amo a esta mujer, ¿Por qué me estoy negando?’. Así que empezamos a intentarlo nuevamente y nada funcionaba. Realmente tratamos todo pero la única opción que nos quedó fue la subrogación, que era algo que nunca se me había cruzado por la cabeza. Pero la mujer que elegimos es la persona más increíble de todas. Coco es biológicamente nuestra hija y es una niña especial y hermosa. Así que quién sabe, tal vez tengamos más. Todavía hay chances de que armemos el equipo de fútbol.”
Su propia relación con sus padres es buena. Y siempre lo ha sido. Sus padres se divorciaron cuando Williams tenía tres años pero siempre estuvo presente en su vida. “Mi mamá se preocupaba por mí. Mi papá nunca lo hizo. Creo que siempre supo que iba a lograrlo.”
La pelea entre Williams y su antiguo archienemigo Barlow ha terminado hace mucho. Barlow era un hombro para llorar para Robbie cuando Ayda no podía concebir, y es un visitante habitual en su casa. Cuando ambos se sientan a hablar, ¿Quien brilla más?
El se detiene a pensar. “Gary”, responde. “Es la persona más sólida que conozco. Si quieres hacer algo excelente en 10 minutos, vienes conmigo. Si buscas algo reflexivo, consistente y duradero, entonces tienes que ir con él. Gary es un adulto. Un hombre.”
Estos hombres de clase trabajadora se mezclan en diferentes círculos sociales y ambos son personas favoritas de la realeza. La Reina personalmente le pidió a Barlow que organizara las celebraciones de su aniversario en el 2012. Apropiadamente, Williams es el favorito de alguien más controvertido, la Duquesa de York. Teddy, su hija, fue dama de honor en la boda de la Princesa Eugenie en Octubre pasado y Williams también estuvo presente en las celebraciones posteriores.
“‘The Duch’ es una amiga de la familia. La conozco hace años y hasta nos hemos ido de vacaciones juntos”, dice. “Me cae bien. Se mete en problemas pero ella es demasiado buena para su propio bien.”
¿Cómo se siente mezclarse entre círculos sociales tan diferentes? Repentinamente se pone serio. “Una sola generación me separa de los inodoros en el exterior y los baños en las palanganas. Mi abuela tenía la bañadera colgando de un gancho. Así es como se crió mi papá. Eso es algo que nunca me olvido.” Mira por la ventana hacia el horizonte de Las Vegas. “Y aquí estamos ahora… Y esto solo va a ponerse mejor.”